Dádivas quebrantan peñas

Agudo como punta de colchón

La retórica a la que echan mano los nacionalistas, por inconsecuente, rara vez cala hondo en quien no es sacristán de amén. En ocasiones, basta con detenerse a analizar someramente sus mensajes, a modo de letanías, las más de las veces, tachonados de victimismo, de requerimientos sin fin, para poner en entredicho su verdad suprema. Por sus pasos contados, a qué hijo de vecino no le han espetado el sonsonete de que cierto estado (España) no reconoce mínimamente la pluralidad cultural o lingüística de la totalidad de su territorio, a quién no le suena aquello de que la periferia está dejada de la mano de Dios u otros latiguillos de jaez semejante. Lo que más sorprende del caso es que son aquellos que para sí aplican leyes que dictaminan como lengua propia la de unos sobre la de todos en instituciones y medios de comunicación públicas. Los mismos a los que la periferia (Valle de Arán), por causas obvias, les vuelve la espalda de forma inequívoca en el referéndum celebrado recientemente con unos índices de participación notoriamente más paupérrimos que en el resto de la Comunidad Autónoma (Catalunya). Así que, ¡mucho ojo, que la vista engaña!; sin embargo, la realidad alecciona que es un primor.