Dádivas quebrantan peñas

Nacionalismo versus ciudadanía

Los distintos nacionalismos, en diferentes Comunidades Autónomas y en el conjunto de España, llevan décadas -en algunos casos, siglos- ocupados en explicitar supuestas diferencias substanciales entre seres humanos para reafirmar lo que han dado en llamar el "hecho diferencial". Según ellos, éste, les catapulta como nación o colectivo nacional, sin más. Si suprimimos los variados atributos que en su globalidad confieren el difuso rango de nación a cualquier entidad, nos percatamos fehacientemente de que los meros ciudadanos que la componen salen enormemente beneficiados. Para apoyar lo ateriormente expuesto, pongo de ejemplo "la moneda". ¡Qué nación que se precíara no disponía de su respectiva y peculiar moneda (peseta, marco, franco, florín)? Si la lengua "limpiaba, fijaba y proporcionaba esplendor"; la moneda propia dotaba de un determinante orden de aceptación generalizada. Paradógicamente, a pesar de esto, no conozco ningún nacionalista, de un signo u otro, en España que en la actualidad ponga reparos a la supresión de la antigua divisa (peseta) en favor de la moneda única (euro). Su implantación se me antoja harto beneficiosa para los estados, pero mucho más para los individuos que los conforman. Ha supuesto una agilización en los intercambios comerciales y sociales y una mejora en el poder adquisivo para el conjunto de ciudadanos de los países que libremente decidieron, hace algunos años, adherirse a esta iniciativa en pos de la eliminación progresiva de fronteras y la igualdad de sus pueblos. Aquellos que en disposición de hacerlo, rehusaron, en la actualidad, pagan, nunca mejor dicho, un alto precio. En mi modesta opinión, la solución de los problemas que se generan en una sociedad moderna no pasa, bajo ningún concepto, por abogar en favor de nacionalismos excluyentes y diferenciadores. Éstos llevados a cualquiera de sus extremos derivan en regímenes totalitarios amén de la sobrevaloración de los supuestos hechos diferenciales propios y la infravaloración de los hechos diferenciales ajenos.

Un cordial saludo.