Dádivas quebrantan peñas

De hito en hito 2

"Pan y lastre, hasta cansarte". Así reza cierto aforismo que me viene como anillo al dedo para ilustrar el empecinamiento que ponen de manifiesto los nacionalismos en la política catalana. A mi modo de ver las cosas, si cualquier persona alza la vista por encima de los partidos que rigen el gobierno de Catalunya no alcanzará a divisar otra cosa que nacionalismo. Nacionalismo, eso sí, con un pronunciado asimetrismo que va desde el catalanismo al españolismo. Sin olvidarse de la mal llamada "izquierda" y "derecha". Por lo tanto, urge a los ciudadanos, independientemente de su procedencia o su ubicación venidera, pretender erigir un partido político que en perfecta equidistancia entre ambas corrientes nacionalistas termine por neutralizarlas. Del mismo modo, buscar un nítido propósito en los gobernantes futuros para que modulen sus políticas en beneficio exclusivo de los ciudadanos, tratados como individuos y no como adscritos a distintos colectivos. Anteponiendo de forma explícita los derechos de aquellos sobre estos. Todo esto bajo principios guiados por valores universales, perfectamente asumibles por cualquier estado democrático y que no siempre son respetados. Pongo por ejemplo el derecho a educar a los niños menores de ocho años en su primera formación en la lengua materna. Aceptado por todos, pero rara vez cumplido. Está en nuestra mano, en la de todos y cada uno de nosotros, aportar nuestra apreciable contribución a zanjar problemas que merman sobremanera nuestra calidad de vida.

Un cordial saludo.