Dádivas quebrantan peñas

Si viste de paño pardo, una realidad; si de terciopelo, la opuesta

Si como un servidor, quien esto lee, reside en la comunidad autónoma de Catalunya y tiene cierta propensión a ojear la prensa regional se habrá percatado de que los medios de comunicación periódicamente se hacen eco, de unos años a esta parte, de declaraciones de las autoridades autonómicas en las que en las más de las veces se afirma, con sorprendente solemnidad, que los graves problemas que afectan a los habitantes de pro de la sociedad disminuyen meridianamente año tras año. En ocasiones, incluso, se trasladan a la opinión pública, como materia de dogma, datos aparentemente objetivos que así lo demuestran. Sin embargo, entre el pueblo llano, concretamente en barrios donde habita quien humildemente esto escribe, ahí donde las élites brillan por su ausencia, aún está por hallar en desenfadada charla un convecino que corrobore la caprichosa realidad que se empecinan en traer a colación nuestros gobernantes con irreductible convicción. Tanta vehemencia ponen, desde ciertas instancias, nuestros dirigentes, en diluir de una tonalidad rosácea sus mensajes sobre el momento que atraviesa la mayoría de ciudadanos de Catalunya que, si no se tratase de políticos, rogaría a la población encarecidamente que tuvieran un esmerado cuidado en no desvelarles la tozuda y palmaria realidad con el propósito de no ocasionarles trauma emocional alguno.